¿Por qué Estrangular el Canto del Colibrí?
Juan Almendares
Hay momentos que hieren el alma de un pueblo,
hay momentos que nos causan la congoja infinita,
cuando asesinan la conciencia rebelde de la juventud temprana,
que cada mañana,
sueña con un nuevo amanecer.
Ser sensitivos y tiernos ante el sufrimiento histórico de nuestros pueblos,
nos invita a aprender la lección histórica de nuestros mártires juveniles,
cuya praxis humanista nos hacen !llorar!.
Soad Nicolle Bustillo Ham,
fue asesinada por expresar “Palabrotas”
a un ministro y a un presidente de un gobierno militar-policial y servil.
Tenía 13 años y ya era dirigente,
defendía la educación
con la sabia visión
inconmensurable del amor a la vida.
Fue torturada, estrangulada
y colocada en saco de nylon,
en proximidad de su centro de enseñanza.
Sobre el trato cruel inhumano y degradante,
quiero compartir el sueño con la patria ultrajada y humillada:
“Mientras los torturadores estrangulaban a la niña,
las sabias lechuzas asustaron con sus brujerías
a los halcones imperiales,
los colibríes solidarios protegieron al cuerpecito desarticulado,
al vincular la relación entre estambres y pistilos
se multiplicaron las flores
Y la esencia del néctar regenero los tejidos corporales.
De pronto una voz dijo:
¡Levántate y anda, Soad Nicolle Bustillo Ham!
Y tú mensaje anunciara la esperanza
de la comunidad revolucionaria.
Desde entonces surgió en mi mente la praxis humana:
“La nueva comunidad, naturaleza y ser, es el ser supremo
de la nueva comunidad de los pueblos planetarios”.
Soad me enseñó a no olvidar
que la lucha surge del corazón y la imaginación
creadora de la juventud temprana de los pueblos del mundo.
Tegucigalpa, 12 de julio de 2019
Acrílico mosaico en canvas por Luis Méndez.
Ayyyayyy querido Doctor, su poema llora sangre, me hace llorar lágrimas de patria adolorida, de madre acongojada. Que los colibríes mensajeros de nuestra cosmovisión, anuncien la buena nueva: no olvidaremos y la sangre de los mártires coloreará nuestra revolución. Gracias Dr. Almendarez, por resistir, por no claudicar.
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