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“Una medicina pequeña, pero nuestra”

  

Juan Almendares 

 

El modelo de formación de recursos y prestación de servicios de salud en Honduras necesita revisión, innovación y transformación. 


La razón de este planteamiento se fundamenta en el cambio que ha sufrido la función del Estado por las disposiciones de los organismos financieros internacionales que han obligado al gobierno a seguir una política de reajuste y privatización, reduciendo con ello los costos en salud, educación, vivienda. El resultado ha sido aumento de la pobreza y la violencia social. La elevación de los costos, menor acceso y calidad de los servicios y, en consecuencia, un deterioro de las condiciones de salud. 


La segunda consideración es que existe una evidente desarticulación entre las políticas globales y sectoriales del Estado y el área de la salud. Igual separación se observa entre la prevención, tratamiento y rehabilitación. Los programas de salud mental siendo vitales carecen de apoyo sustantivo. 


La tercera razón, es que a pesar de que el país no se ha recuperado de la tragedia del huracán Mitch y otros desastres ecológicos causados por el extractivismo minero, la destrucción de la biodiversidad, los monocultivos, los agrocombustibles, uso masivo de plaguicidas, fertilizantes y la biotecnología que contribuye a la proliferación de los transgénicos con un impacto global económico, político, social, moral, no existe una política de desarrollo sustentable que se articule con la planificación estratégica del sector salud. 


La cuarta condición es la limitada participación comunitaria y de la sociedad civil, en las decisiones y soluciones de los problemas del Estado. No es lo mismo que participe el alcalde que la comunidad, ni que se involucre la sociedad civil cuando los problemas nos tienen con la soga al cuello o cuando los hechos ya se han producido. 


La quinta consideración se basa en la realidad acerca de que la formación de recursos humanos, prestación de servicios de salud y valores, responde más a las concepciones y prácticas de las autoridades que siguen a los intereses capitalistas de los países más desarrollados con realidades y sistemas diferentes; servicios de alto costo, aplicables a un reducido sector de la población. 


La sexta razón es que no se concibe que en pleno siglo XXI, más del 80% de la población hondureña no tenga acceso a los servicios de salud y cuando recibe la atención, la calidad es deficiente porque se carece de disponibilidad financiera para comprar medicinas, equipo y otros recursos técnicos. 


Frente a este desafío se requiere articular los principios de equidad, justicia social, enfoque de género, espiritualidad, ética, humanismo, salud mental y un desarrollo sustentable con la formación de recursos y prestación de servicios. 


El modelo vigente de salud en Honduras, debe ser transformado hacía una visión y misión integral para conjugar nuestra realidad, cultura, avances científicos y tecnológicos con las prácticas y sabidurías de nuestras comunidades indígenas, negras, garífunas, campesinas y la sabiduría ancestral de los pueblos de América latina y El Caribe. 


En el siglo XXI, la pandemia del COVID-19, ha puesto al desnudo la precarización de los servicios de salud, la monstruosa injusticia del neoliberalismo, la corrupción, la mercantilización de la medicina y el desastre que ha producido esta pandemia en los países más ricos del mundo que no tienen un verdadero sistema humano y científico de salud que no está al servicio de la vida, sino del capital. 


Es fundamental que el pueblo deba ser más participativo tanto en la elaboración de las políticas de salud, como en aquellas decisiones importantes, tales como: organización del sistema de salud, desmercantilización y exigencia en la ética, calidad, y manejo técnico y honrado de la selección y compra de medicinas y equipo médicos, así como, la demanda de respeto a los derechos laborales de los trabajadores de la salud y de todos los obreros de la nación. 


La distancia entre la medicina convencional y la medicina alternativa debe ser superado; mediante la incorporación a los planes de formación profesional, el conocimiento de las plantas medicinales y alimenticias; así como otras prácticas de la sabiduría popular y universal. 


Debe promoverse la formación de equipos interdisciplinarios en salud durante los estudios secundarios y universitarios que comprendan diversas disciplinas del conocimiento. La salud es inseparable de la tierra, el agua, el aire y el fuego. La geografía es indispensable para conocer la distribución y explicación de las enfermedades. Sin reforma agraria y sin respeto a las culturas indígenas y garífunas, no podremos mejorar la salud. Cultivar los suelos en forma orgánica y sin plaguicidas es uno de los mejores caminos para prevenir las dolencias. Sin alimentación sana de la población no hay desarrollo ni físico ni mental. La promoción agrícola en función de la salud es relevante para Honduras. Todos los componentes de una planta: Flores, fruto, raíz, tallo, hojas y semillas, son fundamentales para superar la desnutrición y combatir las enfermedades. Un programa de preservación de semillas nativas y el desarrollo de una cocina basada en nuestra cultura es vital para mejorar la salud y librarnos de alimentos sin contenido nutritivo. 


Mejorar la cantidad y calidad del agua mediante la reforestación y evitando la contaminación, es esencial en la prevención de enfermedades. Hay que preservar y proteger las aguas superficiales y subterráneas y la vida acuática. Porque los peces pueden mejorar la nutrición proteica y la deficiencia de ácidos grasos esenciales. Sin aire de calidad no podemos vivir. Tenemos que controlar la quema del bosque y la biomasa, la contaminación monstruosa que causan los autos importados que ya son basura en otros países. Caminar más y hacer ejercicio. Reforestar y crear huertos familiares y comunales, relaja el cuerpo y la mente. 


En síntesis, defendamos la soberanía territorial, la soberanía alimentaria, la agroecología, la soberanía energética, la soberanía cultural y la vida y dignidad histórica de nuestro pueblo y de los pueblos de América Latina y El Caribe. 


Debemos crear como decía José Cecilio del Valle una medicina pequeña, pero nuestra. No podemos seguir trabajando con ideas prestadas ni construyendo hospitales al estilo del Norte; pero vacíos de amor.  


La medicina hospitalaria está anquilosada por su falta de vínculos con la comunidad. 

 

 

 

 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

Agradecimientos  

 

Se agradece al artista y defensor de los derechos humanos de comunidades y pueblos de Honduras, Luis Méndez, por el diseño artístico de este artículo. 

A Eduardo Bähr, por las conversaciones sobre el contenido.  

Jefry Izcano por el diseño técnico y conversaciones sobre salud y cultura. 

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